Qué alegría!!!!!... Había llegado el verano y toda la familia, esta vez una familia de cinco personas, pues nos dimos prisa en la producción, decidimos irnos de camping a un lugar precioso, ¡oh si!. Preparamos el coche, bien “retacadito” con la tienda de campaña, sillas y mesa plegable, sacos de dormir, esterillas, cacharros para cocinar, estufita eléctrica y un sinfín de cosas que nos servirían para hacer nuestro viaje y estancia más placentera…. Por supuesto, la ropa no podría faltar…
Pues bien, salimos muy temprano de nuestro pueblo, tod@s content@s rumbo a Castilla y León, haríamos una primera parada en Salamanca pues ahí tenemos a un@s amigos que nos guiarían hasta un camping situado en el Lago de Sanabria.
Llegamos a Salamanca después de unas cuatro horas de camino y “repostamos”, nos vimos con nuestros amig@s, comimos y después de una placentera charla volvimos a tomar camino hacia el lago… después de más o menos dos horas de camino empezamos a entrar en una zona de vegetación hermosa (comparada con la llanura Manchega, ver más que sepas es ya un cambio “brutal”) y caminos estrechos, como de montaña y también muy pintorescos.
Llegamos al camping y teníamos que aprovechar la luz del día que quedaba. Debo señalar que el camping estaba situado de una manera muy respetuosa con el medio ambiente, es decir, los lugares para montar la tienda de campaña estaban ubicados de manera casi natural entre los enormes árboles de que aportaban la luz adecuada y el frescor idóneo para la fecha veraniega.
Si ustedes piensan que mi marido como buen MacGuiver empezó a armar la tienda de campaña, pues ¡la llevamos clara!... la empezamos a armar entre los dos, principalmente yo, que soy la manitas de la casa, y él hizo los honores de clavarla en el suelo y bajar todo el material que, dicho sea de paso, lleva más trabajo que armar la tienda. A nuestro lado había llegado también una pareja que ser tan aparatosos sacaron de una bolsita una tienda y la aventaron al aire y la muy HP ¡se abrió al instante!
Bueno, a toda marcha y con los últimos rayos de sol logramos poner la tienda y colocar nuestras cosas, cenamos y ¡a dormir!
Para empezar, cuando compramos la tienda éramos solo 4 miembros de la familia, la pequeña llegó mucho después y bueno, aunque cabíamos un poco estrechos mi marido decidió dormirse en el portal de la tienda y, ya entrada la madrugada se oyó un trueno, seguido de un esplendoroso rayo y al poco tiempo una lluvia ¡¡creo que algo así parecido al diluvio!!... me desperté de una y lo primero que dije fue ¡¡metete!! a mi pobre marido, muy a su pesar porque pensaba que no pasaría nada, se metió a la tienda y, fue solo entrar, ¡¡¡empezó la tempestad!!! Yo estaba totalmente asustada, rogando que mis hijas no se despertaran para que no se aterrorizaran, más cuando mi hija mayor acababa de ver en el cole que no había que estar debajo de los árboles cuando hubiera rayos… en fin, entre truenos, relámpagos y centellas y pensando que la tienda no aguantaría tal adversidad, que la lluvia nos arrastraría y que algún rayo nos caería, el tiempo transcurrió, para mi, lentamente. Una vez terminada la tormenta pude dormir ¡¡¡admirada de la resistencia de la tienda Quechua!!!
A la mañana siguiente salí de mi tienda de campaña para preparar algo de café e ir despertando a mi familia, además de la curiosidad de ver cómo había quedado el camping después de la tormenta, que yo pensaba que estaría catástrofe natural y, de pronto, sale de la tienda contigua la chica de la pareja que había llegado el día anterior al mismo tiempo que nosotros… Imaginaros la imagen: sale la chica con su cabello rubio, largo, liso y peinado, ataviada en un camisón de seda, corto y agitando su melena al viento cual modelo de televisión ¡¡¡toda chic ella!!!... yo recién salida de la cama, en pijama de pantalón y blusa, despeinada total y con una lagañas de infarto debido a la mala noche pasada me quedé con una cara de ¿pero y esta chica?... ¡mi autoestima subió cuando vi que nuestros vecinos de enfrente salieron con las mismas fachas que yo!... como comprenderán, esa pareja no duró ni siquiera medio día en el camping… antes del medio día se fueron y no volvieron. Debo decir también que a algunos campistas si que pasaron vicisitudes con la tormenta pues a algunas tiendas se les metió el agua y otras literalmente se cayeron.
Bueno, como había que aprovechar le viaje, una vez levantados nos fuimos a hacer recorridos turístico por los alrededores del lago… ¡me encantó!, un paisaje florido, pueblos pintorescos y sobre todo el poder disfrutar del Lago de Sanabria ¡¡lo bien que se lo pasaron las niñas en el agua!!
MORALEJA: Si vas de camping ¡¡¡cómprate una tienda de campaña Quechua!!!... aguanta tormentas y familias numerosas.
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